Los cuatro acuerdos

GANDHI Y HITLER SE PARECEN EN UTILIZAR LA PALABRA EN SUS DISCURSOS PARA METERSE EN EL IMAGINARIO COLECTIVO DE 2 GRANDES PUEBLOS.

HITLER CREÒ ODIO Y GUERRA Y POLARIZACIÒN EN EL PUEBLO ALEMÀN.

GANDHI UNIÒ Y MOVILIZÒ DE MANERA PACÌFICA, LIBERANDO A LA INDIA DEL IMPERIO BRITÀNICO, SIN VIOLENCIA.

– LO QUE SALE DE TU BOCA, ES UN REFLEJO DE LO QUE TÙ ERES COMO PERSONA.

– ES IMPORTANTE QUE HAYA CONGRUENCIA CON QUIEN ERES Y LO QUE SALE DE TÌ.

– PUEDES SER TU PROPIO VERDUGO O TU PROPIA VICTIMA. TÙ ELIGES Y PUEDES ESCOGER ENTRE LO BUENO Y LO MALO QUE TE PASA.

– TODOS LOS SERES HUMANOS VEMOS EL MUNDO NO COMO ES SINO COMO NOS PROGRAMARON PARA INTERPRETARLO- DOMESTICACIÒN.

– LA MENTE HUMANA ES MALEABLE Y GENERO MI REALIDAD EN BASE A ACUERDOS.

LOS 4 ACUERDOS SEGÙN MIGUEL RUIZ:

1) SER IMPECABLE CON TUS PALABRAS.

2) NO TE TOMES NADA PERSONAL.

3) NO HAGAS SUPOSICIONES.

4) HAS SIEMPRE EL MÀXIMO QUE PUEDAS.

«SÈ IMPECABLE CON TUS PALABRAS»

El Primer Acuerdo consiste en ser impecable con tus palabras. Parece muy simple, pero es sumamente poderoso. … Independientemente de la lengua que hables, tu intención se pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de las palabras.

La palabra es la herramienta más poderosa que tiene el hombre: es capaz de crear y destruir, de generar y modificar estados de ánimo en otras personas y en nosotros mismos. Y nosotros la usamos continuamente sin valorar el potencial que tenemos entre las manos.

Estamos demasiado acostumbrados a expresar nuestra opinión sobre los demás y sobre sus vidas. Lo hacemos de manera totalmente gratuita y sin que nadie nos lo pida. Y, peor aún, sin ser conscientes del efecto que tendrán nuestras palabras sobre la persona que las recibe. 

Cada uno vivimos con nuestras propias creencias. Estas pueden reafirmarse o desmoronarse por afirmaciones de boca de los demás.

“Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti, es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin juzgarte ni culparte”.

Usamos habitualmente las palabras para criticar, juzgar, corregir, maldecir… Y en algunas pocas ocasiones para agradecer, fortificar, animar y ayudar. Cuando yo agredo a otra persona con mis palabras, en realidad me estoy agrediendo a mí mismo. Lo que yo le diga le va a generar resentimiento hacia mí. De modo que la negatividad que acabo de lanzarle me viene de vuelta como un boomerang. En cambio, si mis palabras son positivas e impecables, recibiré de vuelta la misma buena energía con la que yo las he pronunciado.

“Siempre que escuchamos una opinión y la creemos, llegamos a un acuerdo que pasa a formar parte de nuestro sistema de creencias”

Las personas que nos quieren también nos mandan fuertes cargas negativas con sus palabras. Pero debemos perdonarlos porque no son conscientes de su potencial, ni del daño que hacen. A menudo, opiniones que los padres vertimos sobre nuestros hijos, los dejan marcados de por vida.

No sólo nos condicionan las opiniones sobre nosotros, sino también sobre los demás. A menudo, la opinión sobre alguien que ni siquiera conocemos se ve afectada por las palabras que alguien ha pronunciado sobre él. Esa opinión puede estar fundada en su propia experiencia, que no tiene por qué ser la nuestra. O por pura negatividad y como venganza a algún aspecto que en su relación con esa persona no salió como esperaba. Indudablemente, nuestra relación con esa persona se verá condicionada por la opinión que nos han hecho llegar.

Si ya estás viendo cómo podemos hacer daño a otras personas, o ser dañados, con el simple poder de la palabra, has de saber que esta herramienta la usamos, sobre todo y sin ningún atisbo de compasión, contra nosotros mismos. Es lo que conocemos como diálogo interior. Nos pasamos el día diciéndonos cosas como “Siempre llegas tarde”, “Es que nunca aprendes”, “¿Cómo puedo ser tan tonta?”, “Estoy espantosa”, “Siempre lo hago todo mal”, etc. Sé impecable con tus palabras y deja de hacerte daño. Si recibiésemos esos comentarios de otra persona, lo más probable es que nos enfadásemos con ella. Y mucho.

Pero aceptamos la autoagresión como algo lícito y normal. Estamos tan acostumbrados a este diálogo interior destructivo que ni siquiera somos capaces de escucharlo a nivel consciente. Hemos integrado en nuestra vida ese parloteo incesante como el zumbido del aire acondicionado o el sonido del motor de nuestro coche. Pero eso no nos libra de que nuestro subconsciente recoja esos dardos envenenados y vaya minando nuestra autoestima.

“Este primer acuerdo es muy poderoso. Utiliza tus palabras apropiadamente. Utiliza tus palabras para compartir tu amor… Empieza por ti. Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa. Dite cuanto te amas. Utiliza las palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te hacen sufrir. Este acuerdo, por sí solo, es capaz de cambiar tu vida.

El tercer acuerdo consiste en no hacer suposiciones. Tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto. Juraríamos que es real. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan -nos lo tomamos personalmente – y después, los culpamos y reaccionamos enviando veneno emocional con nuestras palabras. Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas. Hacemos una suposición, comprendemos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada.

Toda la tristeza y los dramas que has experimentado tenían sus raíces en las suposiciones que hiciste y en las cosas que te tomaste personalmente. Concédete un momento para considerar la verdad de esta afirmación. Toda la cuestión del dominio entre los seres humanos gira alrededor de las suposiciones y el tomarse las cosas personalmente. Todo nuestro sueño del infierno se basa en ello.

Producimos mucho veneno emocional haciendo suposiciones y tomándonoslas personalmente, porque, por lo general, empezamos a chismorrear a partir de nuestras suposiciones. Recuerda que chismorrear es nuestra forma de comunicarnos y enviarnos veneno los unos a los otros en el sueño del infierno. Como tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento.

El gran mitote de la mente humana crea un enorme caos que nos lleva a interpretar y entender mal todas las cosas. Sólo vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. No percibimos las cosas tal como son. Tenemos la costumbre de soñar sin basarnos en la realidad. Literalmente, inventamos las cosas en nuestra imaginación. Como no entendemos algo, hacemos una suposición sobre su significado, y cuando la verdad aparece, la burbuja de nuestro sueño estalla y descubrimos que no era en absoluto lo que nosotros creíamos.

Es el antídoto de la culpa que hará que siempre duermas bien y tengas la CONCIENCIA libre de cualquier arrepentimiento. Los toltecas pensaban que, independientemente de los resultados, DEBES INTENTAR SIEMPRE HACER EL MÁXIMO DE LO QUE PUEDAS en cada situación.

Sólo hay un acuerdo más, pero es el que permite que los otros tres se conviertan en hábitos profundamente arraigados. Es este: Haz siempre lo máximo que puedas… en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno. Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos… Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad.

Expresar lo que eres es emprender la acción. Puede que tengas grandes ideas en la cabeza, pero lo que importa es la acción… No necesitamos saber ni probar nada. Ser, arriesgarnos a vivir y disfrutar de nuestra vida, es lo único que importa.

Los Cuatro Acuerdos son un resumen de la maestría de la transformación, una de las maestrías de los toltecas. Transformas el infierno en cielo… Para mantenerlos, necesitas una voluntad fuerte porque vayamos donde vayamos descubrimos que nuestro camino está lleno de obstáculos… Por esta razón es necesario que seas un gran cazador, un gran guerrero capaz de defender los Cuatro Acuerdos con tu vida. Tu felicidad, tu libertad, toda tu manera de vivir dependen de ello. El objetivo del guerrero es trascender este mundo, escapar de este infierno y no regresar jamás a él… Tal como nos enseñan los toltecas, la recompensa consiste en trascender la experiencia humana del sufrimiento, y convertirse en la encarnación de Dios.

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